Como en la anterior edición, fue un placer reunirme con los compañeros kayakistas que ya conocía, y conocer y poner cara a los que conocía por el foro. Aunque la verdad es que eché de menos a muchos de los compañeros de Cádiz y de San Fernando que tenían Bolonia a una hora en coche. Hubo por lo menos una muestra personalizada por José Bello, Ignacio y Yesu. También a Macarena y Maresdelsur los pudimos saludar el domingo cuando nos recogíamos.
Casi me la pierdo porque la semana anterior y casi hasta un día antes de la quedada estaba padeciendo una faringitis que me tenía bastante fastidiado.
En esta ocasión me acompañaba Concha, con lo cual me sentía aún mejor y fue la razón por la que nos llevamos la piragua doble.
Finalmente nos decidimos a alquilar un apartamento en vez de llevarnos la furgo que como es lógico nos proporcionó mayor comodidad.
Llegamos a la anochecida y nos paramos momentáneamente en el chiringuito de la playa porque vimos varios coches con kayaks y saludamos a los que ya estaban allí: algunos malakas, almerienses, madrileños y alicantinos. Fue un momento porque habíamos quedado a las nueve con la señora que nos proporcionaría las llaves del apartamento. Una vez acomodados, Concha se quiso quedar a descansar porque desde el medio día hasta las seis de la tarde había estado con sus compañeras en una celebración de jubilación y estaba muy cansada. Yo me volví al chiringuito a tomar unas cervezas y disfrutarlas con los compis.
A las diez de la mañana del sábado ya fuimos llegando al aparcamiento señalado junto a la playa y fuimos preparando los kayaks.
Entre saludos y fotos se nos pasó el tiempo volando, aunque me dio tiempo a subirme en el Big Boy, que tenía muchas ganas de saber si cabía en él y sí que cabía aunque no pude navegar en él por lo que contaré más adelante. Resultó que su dueño, que ahora mismo no recuerdo su nombre, se lo había comprado a Rafanook y es uno de los kayaks que aparece en las fotos del álbum.
Total que cuando nos dimos cuenta, estaban ya todos en el agua y nosotros en la arena y eso que puse en la orilla nuestro kayak uno de los primeros. Tuvimos que meter las bolsas en el tambucho y todas las cosas que ya sabéis que hay que hacer, todo esto a la carrera, y... ¡Hala, al agua! Sin contar las olas ni "na", que la verdad eran de las más pequeñas que me he encontrado. Jejeje. Y sí que nos fuimos al agua, pero al agua de verdad, así que menos mal que lo único que había en cubierta eran las botellas de agua. La única ola que nos podría tirar... esa ola... esa ola...jejeje... esa ola nos la cruzamos y por no dejar mal a la feminidad solo diré que en vez de rectificar se alió con la ola y la ayudo a que volcáramos. Claro que ella no lee el foro de kayak de mar ni sabe las cosas teóricas que yo he aprendido en él, jejeje. ¡Mira que me parecía difícil volcar con una Malibú two XL! Pues la cosa se repitió otra vez y puedo dar fe de ello, jejeje. Menos mal que llevábamos los neoprenos y la cosa a ella le hizo gracia y a la tercera lo conseguimos y después, durante la travesía nos reímos recordándolo y para nosotros resultó el momento anecdótico más divertido.
En fin, nos integramos en el grupo y pusimos rumbo a nuestro destino a buen ritmo a pesar de la baja forma en que estábamos por la falta de entrenamiento debido al mal tiempo de las semanas anteriores y de mi estado convaleciente. La ensenada de Bolonia estaba fantástica, pero cuando estábamos llegando al cabo, el agua se puso más juguetona y todavía no habíamos llegado a la punta. Concha me sugirió que le daban mucho respeto las olas que veía en el horizonte, y yo visto lo visto, aunque íbamos con la Malibu two XL, también preferí aprovechar las aguas calmadas de la ensenada, aunque para saciarnos le tuviéramos que dar tres vueltas, jejeje. Así que tras avisar a los compañeros nos separamos del grupo y nos dimos la vuelta para poder disfrutar de las aguas tranquilas y transparentes del entrante de mar. Esto sirvió para hacer de enlace con el grupo principal de algunos compis que llegaron algo tarde como Agustín y más tarde el grupo de Benito, Jesús y Paco a los que dimos la bienvenida. Hubo otro grupito después de estos a los que ya no pudimos saludar por haber sobrepasado el punto de embarque.
Así que paleamos tranquilos, a nuestro ritmo, por la ensenada con el agua muy tranquila o con olas muy suaves, veíamos el fondo con algunas rocas con una profundidad de cinco o seis metros y nos maravillaba, porque no estamos acostumbrados a ver esas aguas tan cristalinas en la zona de Huelva que son las playas que más frecuentamos. También éramos conscientes de la bicoca que nos encontrábamos con el agua tranquila en una zona que es muy poco frecuente encontrarla tranquila, según dicen. Así estuvimos hasta que nos quedamos satisfechos, que fue muy pronto, y al hacer un descanso nos encontramos con José Bello al que también servimos de enlace con el grupo. Estando en estas decidimos irnos a comer al apartamento y después echarnos una siesta. De esta ya no hablo, que hay cosas que no hay por qué contar, jejeje.
En la parcela colindante teníamos un vecino que nos saludaba cada vez que nos veía un rebuzno algo estentóreo, pero con una cara muy simpática. Concha se empeñó en llamarle Platero e igual se llamaba así por lo bien que la recibía.
Ya por la tarde nos fuimos a dar un paseo recordando lugares donde ya habíamos estado en años pasados.
Aquí haciendo tiempo para la hora de la cena.
Para el domingo se esperaba algo más de viento por lo que Concha y yo decidimos dedicarlo a hacer turismo por la zona y recordar lugares que hacía tiempo que no visitábamos. Nos fuimos para Tarifa y en el camino nos paramos a conocer el camping Torre de la Peña que era en el que en un principio pensábamos quedarnos con la furgo. Queríamos conocerlo por si en un futuro se diera la ocasión.
Curiosamente estuvimos en el mismo sitio en el que los compañeros que decidieron salir de ruta tuvieron que recogerse ya que el viento y el oleaje daban la ocasión de ejercitar la prudencia. Y menos mal que lo hicieron porque nosotros pudimos comprobar en Tarifa que el viento que hacía en la parte de poniente era bastante importante como para desanimar a cualquiera. Curiosamente, en playa Chica, que ya es del Mediterráneo el agua estaba muy tranquila, pero solo en el entrante.
El resto del día fue normal, como cualquier día de turismo, tratando de ver todo lo que nos diera tiempo y el cuerpo aguantara y disfrutar de unos buenos platos de "pescaíto" frito.
Más fotos aquí. Se ven mejor a pantalla completa como presentación de diapositivas. Pulsa F11.
Por último, tengo que agradecer los esfuerzos de los compañeros que se encargaron de "desorganizarnos" y tener previstos cualquier extremo y que encargaron un buen tiempo, jejeje.
felicidades nuevamente, jose luis,por compartir tus vivencias con el resto y por disfrutar del kayak de otra manera,como tu lo haces.un saludo.
ResponderEliminarMe hubiera gustado asistir para saludar a todos, pero mi nieta hacía la primera comunión. En otra ocasión sera.
ResponderEliminarGracias por compartirlo con todos nosotros.
En la playa de Bolonia esta la antigua ciudad Romana de Baelo Claudia, tiene un museo y un anfiteatro. Un saludo
ResponderEliminarJuan: Un saludo y gracias. Pendiente estamos de la TRANS ANDALUS-ALGARVE, que ya queda menos.
ResponderEliminarPaz: Seguro que te hubiese gustado saludar a la peña, pero la familia es lo primero, como es natural. Ya sé, ya sé que te estás poniendo cachas con el lote de salidas que haces.
Manuel: Si, sí. Esas ruinas de Baelo Claudia y su museo ya lo conocemos muy bien de otras ocasiones y si no se conoce no hay que perdérselo.
ResponderEliminarLo que no conocia hasta ahora era tu nuevo blog. Ánimo con él y a compartir muchas salidas. Ya tienes tu primer seguidor.
Muchas gracias por ser mi primer seguidor. Estaremos en contacto.
EliminarUn saludo
Jose Luis, ¡¡¡¡¡Que buena pluma tienes!!!!!
ResponderEliminarUn abrazo y gracias