No estoy muy seguro si habría que pedir la limpieza de esos árboles caídos en la ribera de la dársena o disfrutar de ellos por la imagen virginal y salvaje que nos proporcionan.
Es verdad que sirven a las palomas turcas para posarse y los más bajos para las tortugas pero también es cierto que algunos de ellos están hundidos y no se ven y en algunos casos pueden ser una trampa para las embarcaciones que por allí se recrean.
Estos árboles caídos se han multiplicado tras este invierno de tanta lluvia.
También hay que tener en cuenta que el nivel de la dársena varía de unos días a otros y algunos árboles que el martes no tocan el casco el sábado siguiente pueden hacerle un agujero.
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